lunes, 16 de agosto de 2010

Cosas de gatos...

Todo aquel que me conoce mínimamente, sabe que me encantan los gatos. Tal vez sea por cultura familiar, ya que en mi casa siempre los ha habido, o simplemente por un gusto personal inexplicable. Sea como sea, he tenido la posibilidad de convivir con algunos gatos y de darme cuenta de que, a pesar de tener personalidades muy diferentes, todos tienen actitudes o formas de hacer muy parecidas, si no idénticas, ante situaciones muy concretas. A saber:

1. Bolsas, cajas y papeles.

En este caso se pueden dar dos situaciones diferentes:

La primera de ellas, ocurre cuando estas estudiando o manejando papeles para cualquier cosa (ya sea burocracia, manualidad o estudio) Pues bien, tienes todos los papeles en uso desperdigados por la mesa. Normalmente, hacemos montones, de manera que aquellos papeles que ya no nos hacen falta se colocan en un lado y los que tenemos al uso en otro. En este caso, el gato se subirá a la mesa y, como no podía ser de otra manera, se sentará cómodamente y con cara de amor absoluto encima del montón de papeles que estas utilizando. Su actitud amorosa (ronroneos, caritas de sueño, caricias con la pata, etc.) te impide quitar al gato del montón, con lo cual te esperas a que se marche… cosa que puede llegar a retrasar bastante tu tarea.

También puede ocurrir que, en un arrebato de curiosidad, comience a juguetear con el documento que estés manipulando o incluso con el bolígrafo… ¡eso sí! Mientras lo usas, que si no, no tiene gracia.
El segundo caso, ocurre con las bolsas y las cajas: no sé por qué oscura razón, si encuentran una se meten dentro de manera instantánea y les da igual que estén llenas o vacías. Lo curioso es que todo comienza como un juego, pero… de repente ya no escuchas el ruido del jugueteo y cuando te asomas, te lo encuentras dormido como un tronco en una postura que, cuanto menos, debe ser incomodísima.

Además, puede tener todos los juguetitos y chorradas del mundo para jugar, pero donde se pone una caja y un papel arrugado… ¡que se quite el ratoncito con pilas!



2. Las puertas cerradas.

            Los gatos no soportan las puertas cerradas. Se pasarán horas intentando que le abras la puerta haciendo uso de toda su insistencia e infinita paciencia: lo primero que ocurre es la acampada delante de la puerta en cuestión, llegando a estar bastante tiempo mirándola y quieto como una estatua; si no le haces caso, comienza a maullar; si sigue sin haber respuesta por tu parte, intentará abrirla dándole con la pata, metiendo los hocicos, pasando la pata por debajo de la puerta; cuando se dan cuenta que esto no funciona, saltan al pomo hasta que consiguen abrir la puerta. Una vez que la puerta está abierta… simplemente la dejan así, ni siquiera se molestan en entrar en la habitación que estaba cerrada.


3. Los armarios.

            Es algo muy parecido a lo anterior. Imagino que esas puertas de armario que siempre están cerradas les producen una gran curiosidad porque en el mismo instante en el que se abren, estén donde estén, salen corriendo y se meten dentro. El problema viene cuando no te das cuenta, se quedan encerrados durante horas en el armario y, de repente, escuchas un maullido desesperado que proviene directamente de allí.


4. Los grifos y las aguas estancadas.

            El gato puede tener el cacharro del agua más enorme que exista que, siempre que escuche abrirse un grifo, correrá como nunca para que le dejes beber agua del chorrito.
            Lo mismo ocurre con las aguas estancadas. Si tienes patio o jardín y el gato sale, beberá el agua del charco más asqueroso que haya dejado la lluvia, aunque saques su cacharrito y le pongas el agua fresca y limpia.


            Ah! y ten cuidado de dejar el W.C. abierto… que también te lo puedes encontrar queriendo beberse el agua de dentro.


5. El lavabo.

            Los humanos lo solemos usar para lavarnos las manos, la cara, los dientes… pero para un gato es uno de los lugares donde mejor se duerme la siesta, ya sea Verano o Invierno. Esto ocurre también con el resto de piezas del cuarto de baño, dependiendo de lo comodón que sea el gato.


6. La ropa recién planchada.

            ¡Qué calentita está y qué bien se duerme encima de este otro montón! Cuando ya tienes toda tu ropa limpia, has conseguido quitarle los pelos del gato y la has planchado… llega, espera a que te des la vuelta y se sienta cómodamente y con su cara de amor absoluto (otra vez) en lo alto de tu montón de ropa limpia.


7. Las alfombras.

            Vamos a ver… ¿quién ha dicho que una alfombra tenga que estar estirada en el suelo? Tu gato hará todo lo posible para que esa alfombra nueva que te encanta y tiene un dibujo precioso, siempre esté arrugada en el suelo. La mejor solución, colocar cosas encima de la alfombra, para que tu gatito no pueda moverla. No obstante, seguirá jugando con las esquinas.


8. Tu siesta... ¿o la suya?

            En ese momento en el que estás más cómodo y más tranquilo, llega tu gato al sofá, con su cara de amor absoluto, pidiendo un sitio para dormir contigo. ¿Cuál es el problema?, que tu postura no le resulta cómoda a él. Entonces, empiezas a cambiar de posición para que os acopléis, pero después de muchas vueltas… tu gato está muy cómodo y estirado y tú en una postura que no invita al sueño, precisamente. Por supuesto, si es Verano, querrá subirse encima tuyo, con lo cual, además de incómodo, pasarás muuuuuuucho calor.


            Y ni que decir tiene, que querrá acorrucarse contigo, justo en el momento en el que tú te ibas a levantar.


9. Haciendo la cama.
            Tu gato te quiere tanto, que todos los días te ayuda a hacer la cama. El problema está en que tenemos conceptos bastante diferentes de cómo hacerla: mientras que tú pones todo tu interés en estirar las sábanas, ¡él pondrá todo su afán en arrugarlas!


10. Manías varias.
            Además de todas las descritas, cada gato desarrolla unas manías concretas ante determinadas cosas. Por ejemplo, a una de mis gatas le encanta el pelo de la gente, con lo cual se pone a olerlo, chupetearlo, e incluso peinarlo; la otra, le ha tomado manía a un popurrit que tengo encima de la mesita del salón y se pasa las horas robando trocitos de dentro del cristal. De hecho, me está vaciando el jarroncito y no tengo ni idea de donde los mete.


En fin… como os podéis imaginar, vivir con un gato resulta una experiencia, cuanto menos, entretenida.

2 comentarios:

HarLe dijo...

Ay qué monada las fotitos de Lulu x"D

Pues si, si que tienen costumbres que se repiten en unos y otros U:_D Mi Nikki coincide en lo de las cajas, los papeles, los armarios, la ropa limpita, la siesta y la cama Ux_D(casi todos los puntos vaya). También tiene una "malísima" manía de comerse pelusas, hilos, plásticos,... T_TUU y, para comer, saca con la patita las bolitas de pienso fuera del cacharro y las come del suelo x_D. Cuando le pongo agua fresquita y limpita en su cacharro... lo primero que hace es meter la patorra y salpicar por todos lados mientras se lava de paso U:_D...

(Y bueno, yo creo que esto de los gatos da para escribir varios tomos como el Quijote xD) :P

Besotes guapa ^3^

Ayu dijo...

Qué voy a contar yo de mi yakuza que no sepáis ya xD. Yo creo que esos son los 10 puntos esenciales de la convivencia con los mininos, lo más básico que todos debemos saber antes de compartir vivienda con ellos. La mía se apunta al carro de todas, luego tiene las suyas propias como jugar con mijititas pequeñitas y casi inexistentes que sólo ve ella o agarrarse a mi pierna por la noche cuando duerme...

Desde luego yo siempre diré que quien dice que no le gustan los gatos es porque nunca ha vivido con uno, son los animales más divertidos que se pueden tener por compañeros xDD

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